Preparación y relaciones interpersonales: Problemas en la evaluación de los niños, las familias y los cuidadores

La evaluación debe dar una imagen del niño como un todo, no solo destrezas aisladas o hitos, y también debe ayudar a diferenciar y ampliar las percepciones que tienen los padres y los proveedores de sus bebés. En la primera infancia, las evaluaciones no son lo mismo que las pruebas. Los padres y los equipos docentes pueden aprender que la evaluación es un elemento esencial de las buenas prácticas en niños menores de tres años.

En este país, la preparación para la escuela se ha convertido casi en una obsesión. Aunque no existe un acuerdo sobre la definición de preparación, ahora se les pide a los niños que hagan pruebas estandarizadas de "preparación" desde que comienzan primer grado. Esta obsesión con la preparación ha llegado a los grados inferiores a preescolar y kindergarten. En los últimos años ha habido una explosión en el interés por el desarrollo del cerebro de los bebés. Los libros y las revistas contienen información sobre cómo "cultivar los mejores cerebros posibles". Aunque parte de esta información es muy buena, estas publicaciones alimentan la opinión de que los cerebros de los bebés son esencialmente moldeables, siempre que se intervenga lo suficientemente temprano, y que si no se interviene lo suficientemente temprano, se habrá perdido la oportunidad.

Los críticos de esta interpretación de la investigación sobre el cerebro se quejan de que el desarrollo del cerebro no termina a los tres años, y tienen razón. Sin embargo, eso no nos libra de la obligación de fomentar, apoyar y tratar de acelerar el desarrollo de los niños durante esos años. Lo que hagamos durante los tres primeros años es muy importante, aunque todavía quede mucho más crecimiento y desarrollo por venir.

Un elemento esencial de las buenas prácticas en los tres primeros años es la evaluación. La evaluación debe dar una imagen del niño como un todo, no solo destrezas aisladas o hitos, y debe ayudar a diferenciar y ampliar las percepciones que tienen los padres y los proveedores de sus bebés. En la primera infancia, las evaluaciones no son lo mismo que las pruebas. La evaluación debe involucrarnos en un proceso de descubrimiento continuo. Debe ser vista como un proceso colaborativo de observación y análisis que consiste en formular preguntas, recopilar información, compartir observaciones y hacer interpretaciones para formar nuevas preguntas.

Evaluación funcional

¿Qué se entiende por una evaluación como esta a un nivel práctico? Mis colegas y yo nos basamos en dos supuestos en nuestro trabajo sobre nuevas herramientas de evaluación. El primero es que las habilidades y los comportamientos que tienen aplicaciones funcionales deben ser el centro de la intervención temprana. El segundo es que las relaciones positivas entre los bebés y sus proveedores de atención primaria, tanto dentro como fuera de la familia, promueven el desarrollo de una forma más eficaz. En definitiva, nuestro propósito general es mejorar las relaciones fortaleciendo la competencia de bebés y niños pequeños y reforzando los conocimientos, la información y las habilidades de los padres y cuidadores. Esto lo podemos hacer a través de evaluaciones funcionales.

Las evaluaciones funcionales se centran en comportamientos cotidianos que ocurren naturalmente y que son fácilmente reconocibles. En un enfoque funcional, los niños no tienen que obtener un puntaje a un determinado nivel o mostrar cierto tipo de comportamiento para lograr una cierta puntuación aceptable. Por el contrario, estamos tratando de ayudar a los padres y a los cuidadores a apreciar las habilidades de los niños en los tres primeros años de vida y pensar en cómo se relaciona eso con toda una serie de otros indicadores del desarrollo.

La evaluación funcional ayuda a las familias y a los proveedores de servicios a establecer metas. También les permite a las familias y a los proveedores trabajar juntos para documentar los logros e identificar las áreas que necesitan mayor desarrollo. Este tipo de evaluación proporciona un vehículo para las familias y los proveedores de servicios para que aprendan a observar al niño y contribuyan a la evaluación de su crecimiento. Establece un enlace entre la intervención y la evaluación, entre los programas y las familias y entre las familias y la competencia del desarrollo de los niños.

Volviendo a la preparación para la escuela, tenemos que empezar a pensar en la preparación como algo más que unas cuantas habilidades que puedan observarse en las primeras semanas de kindergarten. En correspondencia con los "Indicadores de Head Start" de ZERO TO THREE descritos en el informe de Head Start de 1992, Las bases emocionales de la preparación escolar, entre las características que preparan a los niños para ir a la escuela con el conocimiento de cómo aprender están la confianza, curiosidad, intencionalidad, el autocontrol y la capacidad de relacionarse, comunicarse y cooperar. Para lograr estas habilidades de preparación, los niños necesitan un sentido de identidad que solo se puede desarrollar con el tiempo y a través de interacciones con adultos de confianza que se preocupan por ellos. Creemos que las evaluaciones funcionales pueden contribuir a este tipo de relaciones.

Hemos llegado a un momento crítico en la vida de Head Start. Asediada por quienes son partidarios de una extensión a la baja de las prácticas de pruebas de K-12, Early Head Start debe mantenerse firme en su compromiso con los niños, las familias y las comunidades. Debe seguir comprometida con llevar al máximo el sentido de todos los aspectos de sus actividades y particularmente de la evaluación. Si podemos utilizar los datos de evaluación para mejorar el contexto primario del niño, la familia, entonces nos habremos comprometido con algo significativo, algo que abrirá las puertas al aprendizaje permanente para un número incalculable de niños.

Sam Meisels es profesor de educación en la Universidad de Michigan-Ann Arbor. T: 734-763-7306, E: smeisels at umich dot edu

Prácticas que se deben evitar en las evaluaciones:

  • Durante la evaluación, los niños nunca deben tener que enfrentarse al desafío de ser separados de sus padres o cuidadores con los que están familiarizados.
  • Un examinador con el que el niño pequeño no esté familiarizado nunca debe evaluar al niño.
  • Las evaluaciones que se limitan a áreas que son fácilmente medibles, tales como ciertas habilidades motoras o cognitivas, no deben considerarse completadas.
  • Las herramientas o pruebas formales no deben ser la piedra angular de una evaluación de un bebé o niño pequeño. (Greenspan & Meisels, 1996)

Las evaluaciones funcionales se centran en comportamientos prácticos y logros cotidianos que ocurren naturalmente y que:

  • Son fáciles de reconocer por los padres y proveedores de servicios
  • Son esenciales para el surgimiento de la competencia de bebés y niños pequeños,
  • Se aprenden y evalúan en un contexto,
  • Forman el tejido de las relaciones entre los bebés y sus cuidadores principales y
  • Sirven para generar, apoyar y ampliar las destrezas, habilidades y logros de los niños.

Lo anterior es un extracto del boletín de Head Start por Samuel J. Meisels